Aikido, la Vía... (por Nima Masumian)
El término Aikido está compuesto por tres kanji:
Ai: armonía, amor, unión
Ki: energía
Do: vía.
Usamos la traducción "vía" en lugar de "camino", "michi", porque hacemos referencia a un práctica que conlleva una evolución y progreso
internos. Como O Sensei refería frecuentemente, el Aikido no es simplemente un Arte Marcial, sino más bien un medio para la transformación
del hombre. Transformar al hombre común en un ser espiritual, consciente de su verdadera esencia espiritual y en plena unión y comunión con la
naturaleza y el universo. Este nuevo hombre "consciente", será un individuo capaz de llevar adelante una sociedad evolucionada, justa y en paz.
Como podemos apreciar, no eran pocas las esperazas que O Sensei vertía en su arte, y la verdad es que hoy, cuarenta años después de
su muerte podemos, desgraciadamente, asegurar que su mensaje está casi desaparecido.
¿Qué podemos apreciar? En primer lugar, disensiones en la misma raíz del aikido, en su propia tierra natal, escisiones fatales entre quienes
antes fueron compañeros de práctica y oían, que no escuchaban, juntos las enseñanzas del Maestro.. Egos henchidos que justifican sus
argumentos con la única fuerza de una verdad particular y un entendimiento limitado y propio. ¿Y fuera de Japón? Solo basta mirar el panorama
nacional para ver la grandes disensiones que existen entre unos y otros. Las Asociaciones florecen como patatas, lejos de encontrar un centro
común donde unificarse, nos disgregamos día a día. Y como bien sabemos los Aikidokas, en la unión está el verdadero poder.
Desde mi perspectiva personal puedo entender, desde una visión puramente fenomenológica, que la práctica sola del Aikido como la
acometemos hoy en día en la mayoría de los Dojos no es suficiente para conseguir alcanzar esa transformación de la que hablaba O Sensei.
Realizar Ikkyo, Irimi Nage o Shiho Nage, tres veces por semana, no nos hará mejores personas. Y a las pruebas me/os remito.
Impartir y practicar la técnica no es más que una limitada parte de la Vía. Para que realmente estemos en una Vía de transformación debe
haber un componente espiritual en nuestra conciencia. Y no solamente durante la práctica sino en nuestro día a día. Este componente debe ser
una realidad palpable y apreciable si queremos realmente conseguir esa "alquimía".
O Sensei era un hombre profundamente espiritual, que realizaba infinidad de prácticas espirituales a diario. Basta con que nos refiramos
a las diversas biografías que de él tenemos o a los escritos de sus alumnos. Sus charlas sobre "lo Divino" y la realidad espiritual, se escapaban
de la comprensión de sus jóvenes estudiantes y comprendían la mayor parte de sus exposiciones, conferencias y clases. La técnica quedaba
relegada a un segundo plano. Leer su escrito "El arte de la Paz", nos puede acercar a ese entendimiento. Creo que no me equivocaré
mucho si afirmo que para él, Aikido era 25% técnica y 75% oración y purificación.
Desde mi limitado punto de vista, gran parte de esas prácticas espirituales nos son inaccesibles hoy en día. Por un lado porque las
desconocemos, no han quedado registradas, desconocemos los complicados rituales de las diferentes prácticas espirituales japonesas que
estudiaba y realizaba; y por otro lado lo que nos ha llegado de algunas de su prácticas de purificación "misogi" son impracticables en las
sociedades modernas. Retiros a la montaña, vigilias, ayunos, periodos largos de entrenamientos intensivos, peregrinajes...
Hoy en día lo normal es acudir al Dojo dos o tres veces a la semana, realizar técnica y volver a casa tras las típicas bromas de vestuario.
Es sano. Es bueno. Pero no es una vía. A lo mejor es suficiente con esto ¿?
Quizás decir que hoy en día el Aikido ha dejado de ser una vía, para convertirse más en una práctica física con diferentes motivaciones
personales no es desacertado. Es una realidad visible.
Para dar un toque constructivo a esta reflexión, añadiré que sería maravilloso que cada Sensei de Aikido pusiera su granito de arena para
tratar de acercar la práctica un poco más a la idea original de O Sensei. Por supuesto, en la medida de lo posible.
Independientemente de cómo prefiera realizar Ikkyo, tenemos la posibilidad, e incluso la obligación moral, de intentar practicar con una correcta
actitud. Por supuesto sería demasiado arrogante que expusiera cual es la actitud correcta. Más que nada porque no sería más que una visión
personal, y por tanto limitada. Quizás la actitud que yo entiendo no sea la correcta. Pero puedo asegurar que si hacemos un pequeño esfuerzo y
buscamos en nuestro corazón todos llegaremos a un mismo punto.
Creo que aunque no sea ésta la "vía" en estado puro que Ueshiba quiso legar, podemos, al menos, tratar de enfocar nuestra práctica de
manera constructiva y unificadora.